jueves, 2 de septiembre de 2010

Las Aventuras de Manolo Pascual - Capítulo II

Sentado en la parte trasera de un taxi Mercedes Benz modelo pinolero comienzo a jugar con la pantalla instalada en la parte posterior del asiento delantero. Presiono la opción de GPS y me hipnotizo viendo como el punto amarillo en el monitor se mueve en el mapa digital mostrándonos como atravesamos la calle quince de Septiembre. Nos detenemos donde fue el Centro Comercial Cardenal a esperar que pase el tranvía turístico de Tiscapa, este lugar era famoso porque fue el primer centro comercial con escaleras eléctricas en Nicaragua. Ahora consistentemente se encuentra instalada la planta más avanzada en Centro America para producción de escaleras automáticas. Es interesante pensar cómo o por qué al presidente de esa compañía se le ocurrió instalar la planta justo aquí, habrá sido por algo de mercadeo gratuito, superstición o meramente coincidencia. Sea como sea, la planta es un éxito y ahora producen las escaleras de los edificios más modernos en el área. El taxi arranca nuevamente y continúa por la avenida Bolívar, hacia donde antes estaba el viejo hotel Balmoral, popular entre los Managuas por su piscina ubicada en al azotea donde los clientes podían tomar baños nocturnos. Hoy en ese mismo lugar yace el museo de arte moderno latinoamericano conocido como MOMAL. Único en las Américas y perfecto para relajarme después de haber afrontado nueve horas de exámenes.

El taxi se estaciona frente al museo mientras el contador del taxi envía automáticamente vía purpletooth la factura a mi celular. En ese instante yo solo tengo que apretar la opción “si” y automáticamente los fondos son transferidos a su cuenta.

Al llegar al MOMAL me acerco a la pantalla donde anuncian todas las presentaciones. Este mes lo llaman “El Tiempo” hay un especial llamado recreando el pasado. Con exposiciones de todos los grandes avances en Latinoamérica, década a década. La exposición es un esfuerzo entre los artistas plásticos y los grandes historiadores del momento. También hay otra exposición que se titula viéndolo crecer desde varias perspectivas. Esta llamó mi atención. Busco dentro de mi bolsillo mi carnet de estudiante para entrar gratis y se lo entrego a la señorita de la entrada. Ella me queda viendo y con una sonrisa tierna y una seriedad profesional me dice:

“Señor lamento decirle que su carnet ya expiró. Debería de renovarlo con la universidad.” Dejaría de ser, la ley de Murphy siempre al ataque. Yo sabía que la tarjeta solo tenía un mes de vigencia después de graduado, pero pensaba que todavía estaba activa. Le pregunte cuánto esta costando la entrada y de la misma forma que pague el taxi también pago el ticket de entrada. Qué barbaridad! espero me llamen pronto de Tecnicarao. Esto de no tener ingresos no es chiste, sobre todo en una sociedad donde el 99% de la población tiene trabajo. Si esta semana no recibo una llamada, voy a visitar las oficinas de buscadores de empleos para que me ayuden a encontrar algo pronto.

Siempre me pregunto como hacían mis abuelos para vivir en una Nicaragua más atrasada y con problemas sociales y económicos. Me imagino que debe haber sido duro vérselas solos y tener que buscar como sobrevivir a la costa de uno mismo en un país sin capacidad de emplear a más gente. Aunque mis padres me comentan que toda época tiene sus ventajas y desventajas. Por ejemplo, durante la famosa época de los 80, había carencia de todo a causa de la guerra. Y exceptuando por algunos ricos y varios de la cúpula Sandinista que lo tenia todo, desde Jeeps hasta casas millonarias, el resto de Nicaragüenses vivían todos en una austeridad total que hacia que la sociedad se uniera y compartiera lo poco que se encontraba en el país. Las señoras se repartían las vacas antes que las mataran! Y la red de amas de casa estaba al tanto de cualquier importación de embutidos de Rusia o y hasta de Yugoslavia. Los cupones de gasolina se canjeaban como naipes. Es cierto que trabajo había poco, pero tampoco existían bienes que comprar, así que la gente no sufría tanto el no tener mucho dinero y las diferencias adquisitivas casi no se notaban. La gente disfrutaba de fiestas y reuniones donde se dedicaban a beber, comer y componer el país hablando tratando de no pensar en la gente joven que moría en combate en las afueras de managua. Los que no se acostumbraban a vivir de está manera migraban a Estados Unidos o Canada donde eran recibidos con los brazos abiertos.

El túnel de la entrada al museo es increíble. Está hecho de un material transparente glaseado que permite ver sombras de personas desnudas moviéndose a lo largo del túnel. Me contaron que las personas son personas del grupo de danza, cada bailarina práctica danza en una recamara frente a varios juegos de lámparas que permiten crear sombras de tamaño real. Contiguo al túnel hay bancas que permiten a los visitantes sentarse y vislumbrar los movimientos y siluetas de las bailarinas.

A la salida giro a la derecha donde hay una gran piscina de agua salada, la cual produce colores diferentes, actuando como un prisma. Las luces se reflejan en las paredes blancas donde vuelan un sinnúmero de mariposas amarillas dando un toque mágico a la escena. Mientras voy caminando por el cuarto mi celular suena, una llamada de Tecnicarao.

-Alo
-Hola Si, Don Pascual,
-Si, le escucho.
-Le hablo de Tecnicarao. Nos gustaría tener una segunda entrevista con usted. Su examen marco uno de los más altos puntajes este año. ¿Qué le parece reunirse con nosotros el día de mañana?
-Claro, con gusto. ¿ a que hora?
-Lo esperamos a las 9 de la mañana. Por favor venga de traje formal, que queremos tomarle la fotos de la identificación para ir preparando papeleo por si acepta nuestra oferta.
-Claro, claro, ahí estaré.

Que felicidad! No lo puedo creer. No pensé haber logrado tan buen examen. Habían varias preguntas de las cuales tenía idea pero no estaba 100% seguro, y cada vez las preguntas eran más difícil. Por un lado yo sabía que este examen es inteligente y que cada vez que contestas una pregunta bien, la siguiente se torna más difícil. Por eso una parte de mi sabía que iba bien, pero las preguntas eran cada vez más confusas y me quedaban dudas de todas mis respuestas! Que emoción, tanta que no creo poder seguir con el recorrido del museo. ¡Tengo que ir a preparar mi traje! A continuarse....

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